Según se dice, la gloria del triatlon se alcanza participando y terminando un Ironman. No hace mucho tiempo, las imágenes de estas carreras se pasaban en la sección de noticias de los telediarios como una mezcla entre la locura y la admiración. Nadie entendía bien porque aquellos hombres y mujeres decidian sufrir en una carrera que, en ocasiones, puede llegar a durar más de 16 horas (3,8 kms swim, 180 kms bike y 42,2 kms run). A mi esa gente me parecían titanes. Extraterrestres. Marcianos. Gente con una voluntad de acero, dispuesta a sobreponerse al agotamiento, al sufrimiento, al dolor y a lo que haga falta para conseguir su objetivo, llegar a la meta. El Ironman es, ante todo, alguien con una voluntad de acero.
Desde que me decidí a cambiar de vida y practicar este deporte, el sueño del Ironman ha estado siempre presente. Siempre he querido participar en uno, siempre he querido sentir lo que siente la gente que lo acaba. Para mi, ese momento, vale más que todo el sacrificio que implica.
La pasada temporada, comencé con la distancia sprint, pero sobre todo, tomé contacto con el deporte, puesto que antes no lo practicaba en absoluto. Tomé contacto con unos hábitos saludables y con una dieta equilibrada. En definitiva, senté las bases de la escalera hacia mi sueño. Esta temporada, compitiendo en distancia Olimpica, he tomado contacto con unas rutinas de entrenamiento más serias y exigentes, y a estas alturas de la misma, creo que mi modesto objetivo se ha cumplido. Todas las carreras en las que he participado, he acabado en la mitad alta de la clasificación, pero sobre todo, he disfrutado en casi todas ellas, y cuando no lo he hecho, ha sido por problemas físicos, que con el tiempo, han quedado en segundo plano.
En principio, mi actual temporada iba a terminar la primera semana de septiembre, con las carreras de Estepona y alguna otra que me cuadrase, pero hace dos semanas encontré algo que me hizo cambiar de idea. Un Half, o Medio Ironman, en octubre, y en Sevilla. En principio, mi sueño de Ironman pasaba por hacer Olímpico este año, el año que viene distancia Half, y en 2014 el Ironman. Pero con una mezcla de osadía, locura y el necesario atrevimiento, me apunté.
El Trisur es el primer Half (que yo sepa) que se organiza en Sevilla. Nadaremos en el Guadalquivir, luego iremos en bici hasta El Ronquillo, con desnivel positivo y con algunas subidas míticas de la zona como la cuesta de la media fanega, y luego correremos media maratón por un circuito totalmente urbano, que nos llevará por las principales calles de Sevilla. No tengo referencias sobre la organización, pero estoy seguro que se hará con cariño, profesionalidad y respeto al triatleta. O al menos, eso espero.
Tengo 11 semanas para preparar esta carrera, en las que debo cambiar un poco mi rutina de entrenamientos y preparar esta distancia, con sesiones más largas, por lo que me espera un verano duro, de hecho, he pospuesto mis vacaciones, en principio programadas para la primera quincena de septiembre, hasta la segunda quincena de octubre, para de esta forma no tener que entrenar. Así pues, el 13 de octubre, acaba mi actual temporada.
No me preocupa la natación, que será solo un poco más larga que la de distancia Olímpica (1900 m), ni la bicicleta (90 kms), aunque seguro que será dura, sobre todo la ida, pero si me preocupa algo la carrera a pie. No tengo muy claro como responderá mi cuerpo ante una carrera que puede tenerme corriendo durante 6 horas fácilmente, por lo que habrá que entrenar también las comidas en la bici.
Lo dicho, tengo un verano duro por delante, un verano sin vacaciones, en Madrid y con mucho entreno, mientras el resto de la gente disfruta de la playa y los mojitos, pero esta es mi elección, y esto es lo que me hace feliz. El camino hacia el Ironman continua...
Carpe Diem.