Después de haber estado dando la brasa durante meses con la carrerrita, voy, compito, logro mi objetivo y no me digno a contarlo para todos esos que se me apoyáis y me leéis de vez en cuando. No tengo vergüenza. Más de dos semanas después, aquí va la crónica de mi Trisur.
La gran aventura de la temporada comenzó el jueves 11, cuando salí de Madrid en coche dirección a Sevilla con todo mi equipo. Iba contento y tranquilo, con muchas ganas de competir y, fuese cual fuese el resultado, acabar de una vez mi segunda temporada de triatlón, que se me había hecho muy muy larga. No hubo nada de particular en la preparación del material, lo cogí todo (incluido neopreno), pues no quería olvidarme nada.
Con el coche hasta las trancas, partí hacia Sevilla. Por el camino, me detuve en una gasolinera a comer algo y me compré una ensalada de esas envasadas. Una vez en el coche, después de la parada para almorzar, comencé a sentir que el estomago no iba muy fino, pero no le di mayor importancia. Ya en Sevilla, cené un poquito y empezaron los problemas serios de estomago. Sentí que algo no iba bien, como pude comprobar durante toda la noche: una noche horrible de la cama al baño, del baño a la cama y al baño otra vez. No dormí nada. Sentía muchísima rabia porque veía que no iba a poder competir si las cosas continuaban de aquella forma.
La mañana del viernes me duché y salí a dar un paseo para probar mi cuerpo. Tomé una infusión y me sentó bien, lo que me dio algo de animo. Después de un almuerzo a base arroz blanco, me eche una siesta y me dirigí a boxes para recoger mi dorsal y dejar mi bicicleta. En el trayecto hasta lo boxes fui probando la bici para ver si precisaba de algún ajuste de última hora y para mi sorpresa detecto un problema en el desviador delantero, que no me permite cambiar del plato grande al plato pequeño. Llego a boxes y después de recoger el dorsal llevo la bici a la gente de Ciclos Quinto para que le echasen un vistazo. El diagnostico me puso los pelos de punta: el desviador había gripado!!!. No daba crédito. El chaval de Ciclos Quinto estuvo casi media hora con mi bici, engrasándola hasta decir basta y tratando por todos los medios de mejorar la situación, ya que la única solución era la sustitución del desviador, pero ellos no disponían de ninguno allí, era festivo y el tiempo para el cierre de boxes se acercaba, de hecho, uno de los jueces de entrada de material se acercó a decirme que tenia que meter la bici ya, que iban a cerrar. Desde aquí le doy las gracias a la gente de Ciclos Quinto por su ayuda. Con un desviador que no bajaba a plato pequeño, entré mi bici en boxes (fui el ultimo, creo), y me fui a casa caminando.
Imaginaos la situación. Un estomago cogido con alfileres y una bici que no cambiaba a plato pequeño para afrontar un medio ironman con dos señores puertos en la bicicleta. A pesar de estas circunstancias, dormí fenomenal. ¿Que mas podía fallar?, absolutamente nada. Con la tranquilidad de aquel que no tiene nada que perder, dormí toda la noche del tirón hasta que sonó el despertador: el día de D había llegado.
Llegue con tiempo para preparar mi material de la carrera a pie y ponerme el neopreno tranquilamente, calentar y pillar un buen sitio en la salida. El agua estaba estupenda y el Guadalquivir presentaba un hermoso aspecto al amanecer. Calentando me encontré fenomenal y sentía que los problemas de estomago habían quedado atrás. Físicamente estaba al 100%, y aunque la bici me preocupaba, decidí olvidarme de ella y centrarme en hacer una buena natación. Problema a problema: una filosofía que aplico no solo al triatlón, sino a mi vida al completo.
Buen feeling en la salida. |
Se dio la salida y, dado que se trataba de nadar 1.900 metros, decidí apretar un poquito al principio para ver si podía colocarme en algún lugar donde me dejaran nadar tranquilo, y lo conseguí. A mitad del circuito de natación, pasando bajo el puente de la Barqueta, me tomé un momento para mirar hacia arriba, jamás pensé que pasaría bajo este puente nadando. El sol, apareciendo, la temperatura del agua, mis buenas sensaciones y el hecho de no dejar de pasar a gente me hicieron pensar que la carrera iba a ir muy bien. Casi sin darme cuenta me vi enfilando la salida. Al salir del agua mira hacia el río y vi que había mucha gente nadando. Había salido muy bien del agua, concretamente en el puesto 55, con un tiempo de 30:26. Carajo, que buena marca!. Me quité el neopreno, me puse las gafas y me salí corriendo hacia mi bici. Alli estaba, esperándome. El día anterior, coloque la cadena en el plato pequeño, por lo menos para rodar cómodo el primer kilómetro después de la natación, que las piernas aun no han entrado en calor.
Tenia por delante 95 kms con dos puertos con rampas del 10% con una bicicleta que no cambiaba a plato pequeño, ósea, que tenia que usar plato grande durante todo el recorrido. ¿Serviría de algo el engrasado desesperado del día anterior?, pronto se vería, de momento, salí con el plato pequeño pero una vez subido el puente y en la SE30 dirección Merida, cambie a plato grande. Los kilómetros iban cayendo y yo me encontraba muy bien. Iba pasando gente gente, aunque también hubo otros que me pasaron a mi, casi todos ellos con cabra, mientas que lo que yo pasaba iba mayoritariamente en bicicleta de carretera normal. Esta claro que una cabra marca una diferencia en un Half y para la próxima temporada quiero hacerme con una. Así, pasando a mas gente de que me pasaba, llegaron los primeros repechos, por la zona de Las Pajanosas, y llegó la hora de poner plato pequeño. Apreté la maneta y...el cambio funcionó!. Fui subiendo el repecho, animado, pero lo que venia después era lo peor para mi, una zona de toboganes. ¿Como se supone que tengo que hacer esto?, y decidí hacerlo todo a plato grande, como un campeón. No quería pensar en la carrera a pie, "problema a problema, me dije", y fui haciendo kilómetros a buen ritmo hasta que llegó el primer puerto de la carrera con la subida al Ronquillo. Apreté la maneta y el desviador no funcionó. Seguí apretándola un rato y nada. Pensé en bajarme de la bici y cambiar con la mano, pero decidí sacar el pie derecho de la cala y sin bajarme de la bici, dar una patadita al desviador hacia adentro para que la cadena bajase a plato pequeño: funcionó!. Ja. Me hice la cuesta y alcancé el giro de 180º del Ronquillo, había mucha gente animando. En el avituallamiento pille sales, y encaré la segunda mitad del cuicuito, con la cuesta de la media fanega esperándome. Después de un descenso de varios kilómetros, llegó la hora de encarar el segundo puerto y repetí la operación de patear el desviador con el pie derecho para poder plato pequeño y con buen ritmo, fui subiendo el puerto, que sin ser muy duro, se hace bastante largo. Una vez arriba pensé que lo peor había pasado y que ya solo quedaba un largo llano, con ligera pendiente descendente hasta Sevilla. Volví a pillar un bote en el avituallamiento de Las Pajanosas y sin darme cuenta llegué a Camas, muy cerca ya del CAR donde se encontraban los boxes. Miraba el Garmin y veía que los tiempo que tenia en mente se iban cumpliendo. Problema a problema Juanmi, problema a problema. La zona de Camas fue quizás la peor del recorrido, sobre todo la pasarela sobre el Guadalquivir donde el asfalto es pésimo.
En la entrada a boxes estaba el arbitro que el día anterior estuvo en la puerta y que conocía mi problema con el desviador. Me reconoció y me dijo: Al final llegaste, sabia que lo conseguirías, animo!. Esto me volvió a subir la moral. Mi tiempo para los 94 kilómetros de bici fue de 3:13:00, obteniendo el puesto parcial 158. Tampoco estaba mal. Tomé 3 geles en la bici, uno al montarme, otro justo antes del giro de 180º y otro poco antes de empezar a correr, y creo que el resultado fue bueno, pues no sentí pájara de ningún tipo en ningún momento.
Dejé la bici y el casco, me tome mi tiempo para ponerme las zapatillas (esta vez sin cordones elásticos, sino con los normales) y eché a correr. 21,1 kilómetros por delante. Aquí empezaba mi verdadero Trisur. Salí despistado, con miedo, y hubo un par de cruces donde me salí del circuito, y algún voluntario tuvo que salir a buscarme...haciendome regresar al circuito. Yo creo que más que despiste fue todo lo contrario, exceso de concentración, aunque suene a coña. En la zona del estadio olímpico decidí parar a orinar (es complicado con un mono de triatlón) y perdí algún minuto, pero pensé que era mejor hacerlo ahí, donde podía orinar tranquilo y al principio de la media maratón. Llevaba ritmo de 5:20 min/km, y me sentía bien. En el primer avituallamiento tomé un gel, echando a andar para beber el agua. La carrera avanzaba y el calor iba apretando cada vez más. Hasta la zona del puente de la Barqueta, mi ritmo y mis sensaciones eran buenas, pero a partir de ahí, empecé a sufrir....Me quedaban mas de 12 kms y ya estaba cansado.. Bajé un poco el ritmo y llegue al tercer avituallamiento, en el que ya no había agua. La organización ha pedido perdón por esta cuestión, aunque en mi opinión es un tema muy serio y creo que debía haberse previsto esta situación. No puede faltar agua en los avituallamientos, en ninguna carrera, pero en un Half, en Sevilla, y a 30º menos aun. Un punto negativo para la organización. La segunda mitad de la carrera fue una agonía interminable, y en los avituallamientos que encontraba ya no quedaba agua. El calor y el cansancio se apoderaban de mi. Constantemente miraba el Garmin y echaba cuentas para ver si era posible entrar en meta por debajo de las 6 horas. Los últimos 3 kms los hice casi todos andando, el cuerpo no me daba para más. El ultimo km, recuperé fuerzas y volví a echar a correr, entrando en meta con un tiempo final de 5:51:30, logrando el puesto 165/270 de la general y el 45 de mi categoría. Aquí puedes ver las clasificaciones generales.
Al cruzar la meta me colocaron una medalla. Sonreí. Lo habia logrado. Estaba hecho. Me lo propuse, lo trabajé y lo logré. Pero el cansancio era tan grande que la sonrisa duró muy poco. Para mi, la felicidad, fue el tiempo que transcurrió desde que empecé a ver la meta hasta que la crucé. Una vez cruzada, empecé a pensar en el siguiente reto, el sueño del Ironman, que espero afrontar en 2014.
Como resumen, el Trisur me parece una carrera bien organizada, especialmente la natación y la bicicleta, donde el circuito estaba bien controlado por la Guardia Civil y lleno de voluntarios, si bien los problemas en los avituallamientos de la carrera a pie deslucieron un poco el resultado final. Aun así, he decidido participar en la próxima edición, que para el año 2013 pasa al mes de abril.
Quiero dar las gracias a mi familia por su apoyo constante, acudiendo a todas las carreras que pueden, y a mis amigos y compañeros, que soportan mis neuras y mi obsesión con este deporte tan bonito como es el triatlón. Termina de esta forma mi segunda temporada, en la que mi objetivo era competir en distancia olímpica y acabé competiendo, con un mas que digno resultado, en media distancia. Querer es poder, amigos.
Carpe Diem.
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