Recién aterrizado en Cancún me entero que se había organizado la III edición del Reto Cancún-Chichén Itzá en bicicleta, es decir, 212 Kms. en bicicleta desde la ciudad de Cancún hasta las famosísimas ruinas mayas.
Llegué a Cancún con muchas dudas sobre el deporte aquí. No sabia bien que me iba a encontrar. Había mirado algo por internet y vi que había clubes de triatlon y afición al ciclismo de ruta, pero no tenía nada claro en que condiciones se practicaba, y una de las cosas que más me preocupaba era la seguridad en la carretera. En España hay demasiadas muertes de ciclistas y en México debía ser aun peor.
En estas que me entero que el reto se celebra y la gente del club de triatlon con el que estoy entrenando (ya hablaré del Forza más adelante) me propone participar. Con muchas dudas y mucha locura me lanzo y decido participar. El reto contaba con tres distancias: 60 Kms, 100 Kms y 212 Kms. Yo en principio, decido participar en el de 100 kms. Os confieso que lo máximo que había rodado hasta ese momento eran 115 Kms.
La tarde antes hubo un breafing bastante bueno en el que se nos dio bastante información de lo que iba a ocurrir el día siguiente, asi como indicaciones y normas de seguridad que debían cumplirse. Me dan una bolsa de corredor bastante guapa, con un lindo maillot incluido. Casi sin tiempo para nada, me voy a casa y me pongo a montar la bici que aun estaba desarmada en su maleta desde el día que llegué de Madrid. Le dí un repaso y dejé todo listo para la salida al día siguiente.
Suena el despertador tempranito, a las 5:45 am. La salida se da puntual a las 7am y encuentro bastante buen ambiente. Muchos ciclistas y mucha seriedad. Primera sorpresa grata del día. El pelotón estaba bastante bien organizado: delante de el iba el coche insignia, que bajo ningún concepto debía ser adelantado por ninguno de nosotros, era el encargado de mantener la velocidad del pelotón y hacer que rodasemos compactos. Después del pelotón iba una ambulancia, y después un par de camiones con el avituallamiento y un bus para recoger a los "caídos en combate" y la gente que no llegaría hasta el final por un motivo u otro.
Los primeros 30 kms los hicimos a ritmo bastante cómodo, con medias que no debían superar los 25 kms/h, escoltados por los Jaguares, la policía de tráfico aquí en Cancún. En esta primera parte me dedico a ir calentando y entablando conversación con la gente que, dado mi tono blanco-vampiro, me pregunta que de donde demonios he salido...
Sin darnos cuenta casi, llegamos al primer avituallamiento, bastante bueno: agua abundante y fruta. El calor empieza a apretar y volvemos a rodar, esta vez ya por la autovía Cancún-Merida. El firme es rugoso en algunas zonas y se agarra bastante, pero sigo conversando y conociendo gente y el tiempo y los kms pasan rapido. Estoy muy animado y la media del pelotón empieza a subir.
Llegamos al segundo avituallamiento, a los 100kms, ya muy tocado por el calor. El sol está alto y nos castiga. Me hidrato con agua fria y algo de isotonico y me tiro un par de botellas de agua fria por encima. Como todo fue bastante de improviso, sali a rodar sin sales y lo estaba acusando. Marcela, que se apiadó de mi, me ofreció una pastilla de sales que disolví en el agua y me recupere bastante. Ando con dudas, pero decido ver hasta donde puedo llegar.
Salimos los valientes que iban a tratar de llegar a Chichen bajo un sol de justicia. El calor va en aumento y empiezo a pensar que no voy a conseguirlo. Comienzo a sufrir escalofrios del golpe de calor, aunque para mi "tranquilidad" no era el único. Varios veteranos que habían participado en ediciones anteriores me cuentan que esta es la más calurosa de todas... seguimos pedaleando y conociendo gente. Gente corriente, amable, simpatica, que comparte su cansancio contigo, sus ilusión....ciclistas. A pesar del calor, las medias del pelotón siguen subiendo y hay tramos en los que me cuesta seguir el ritmo. Veo ritmos de 38-40 kms/h en mi Garmin. Casi al borde de mi abandono, llegamos al ultimo avituallamiento, a poco mas de 30 kms para Chichén. Absolutamente roto, me alimento con pasta, una barrita y algo de fruta. Tambien me bebo un litro de agua y me tiro otro par por encima. Alguien me dice que ya hemos pasado lo peor, que Chichén está cerca y que ya no vale el abandono, que el reto está al alcance de la mano. Me conjuro y me monto en la bici. El pelotón vuelve a rodar rápido y después del peaje de la autovia el coche insignia se retira y los más fuertes se disputan el primer lugar, a pesar de ser una marcha no competitiva.
Los últimos 10 kms se me hacen absolutamente insufribles y la cabeza me juega malas pasadas. Como mi ultima experiencia había sido abandono en el Half, me juré a mi mismo que iba a llegar a Chichén aunque fuera andando con la bici, NO ME IBA A PERMITIR ABANDONAR BAJO NINGUN CONCEPTO. Y así, con esa determinación y el apoyo de mis compañeros, llegamos a Chichén casi todos los que nos habíamos propuesto el reto. 212 kms en 7:15. Reto conseguido. Que forma tan bonita de llegar a estas ruinas...
La inscripción de 212 kms incluía un almuerzo buffet en un hotel junto a las ruinas (que por cierto no visité ese día, sino semanas después). El almuerzo entre amigos fue genial. La euforia y la satisfacción nos hicieron disfrutar de un rato genial comentando la rodada.
En resumen, una enorme sorpresa positiva encontrar esta afición al ciclismo aquí, y una aun mayor encontrar gente tan guay. La organización, perfecta. El ciclismo aquí es diferente (no hay montañas y el calor es extremo), pero no por ello es peor. De hecho, creo que si algún día regreso a España, echaré de menos rodar con la selva a los lados al ritmo de salsa.
Carpe Diem.
PD: Estas fotos tan buenas son de Enfoques Cancún, y Aquí teneis el link al albun completo.
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