lunes, 12 de noviembre de 2012

Mulhacen por Verera de la Estrella (intento)

Abrir la sección de montaña del blog con un intento fallido de ascensión al Mulhacén no me mola, pero no creo que se deba "editar" la verdad, así que voy a contar aquí nuestro intento de ascensión al Mulhacén por la cara norte, siguiendo la vereda secreta de la estrella.

Yo ya había subido al Mulhacen el año pasado, por estas mismas fechas, pero lo hice por la cara sur, iniciando la ascensión por Capileira y tomando la ruta de la Central de la Cebadilla. En aquella ocasión dormí en el refugio de Poqueira y, aunque tuve mal tiempo en la cumbre, en general disfruté muchísimo de la ascensión.


Cumbre del año pasado. 

Este año la idea era la misma. Tenia mucho mono de montaña y decidí repetir la ruta el pasado fin de semana, aprovechando lo que sería mi ultimo fin de semana "libre" antes de empezar a entrenar para la nueva temporada de triatlón. Aunque mi hermano Curro y un amigo se interesaron en un principio, luego se borraron y la idea era ir solo. Mi sorpresa fue grande cuando me enteré que mi cuñado y un amigo tenían el mismo plan que yo para ese mismo fin de semana, salvo que ellos querían hacerlo por la cara norte. Dado que yo ya había hecho la ascensión por la cara sur, la idea de hacerlo por la norte y acompañado me gustaba y quedamos el sábado a las 10:00 en Guejar Sierra (Granada) para iniciar la ruta. Yo salía desde Madrid, por lo que me levanté a las 4:45, y a la hora acordada estaba en Guejar (me dio incluso tiempo a desayunar por el camino). A las 12:00 mas o menos iniciamos la ruta que debía llevarnos a la cima del Mulhacen. 

La vereda de la estrella está considerada como la vía más bella y complicada de subir al Mulhacen por su longitud, de unos 19 kms de largo, como por el desnivel a superar, de  2400 m positivos (1000 en los últimos 4kms), lo que la convierte en una ruta para partir en dos etapas. Nuestra "expedición" cometió dos errores importantes: uno, mirar la meteo de la cara sur y pensar que en la cara norte sería la misma. Este es atribuible 100% a mi persona. El segundo: Creer que el refugio La Cucaracha se encontraba en la ruta. De este no soy el responsable. Seguro que ya os vais haciendo una idea del desenlace de esta historia. 

Comenzamos la ruta a buen paso, de buen humor y con muchas risas. La vereda transcurre junto al río Genil durante todo el recorrido. Los arboles cambiando los colores por el otoño hacían del paisaje una delicia. Impresiona el castaño de 21 m de altura conocido como "el abuelo". 

El suelo lleno de hojas marca la estación.

Juan Antonio y yo bajo "el abuelo". 
Seguimos avanzando por esta parte de la vereda que no resulta en absoluto complicada, lo que permite mantener un buen paso. El siguiente hito de la vereda son las ruinas de los campamentos mineros, abandonados ya todos, pero que no dejan de tener su encanto y su valor fotográfico (en esta ocasión opté por llevar solo la compacta, pues el peso es importante cuando vas a afrontar un desnivel tan serio). 

Ruinas de campamentos mineros. 
La vereda cruza en varias ocasiones con afluentes del Genil, creando puntos de especial belleza, con pasarelas de madera, cascadas y pasos sobre las aguas sobre piedras más o menos traicioneras (las botas de Gore Tex son resistentes al agua Juanmi, no sumergibles....). 


Algunas veces, la niebla deja ver los picos. 
Los pasos sobre el río son especialmente bonitos. 
Tras una breve pausa para el almuerzo, nos pusimos de nuevo en marcha, pues en el monte la oscuridad suele marcar el fin de la marcha. Según nuestras estimaciones, no debíamos andar lejos del refugio de La Cucaracha, pero no logramos ver ninguna indicación de su ubicación ni rastro de el junto a la vereda. No obstante, decidimos continuar pues estábamos convencidos de que estaba en la ruta (Félix tenia un GPS con el track hasta la cima, pero no disponía de la ubicación del refugio). Casi al final de la vereda, como a unos 15kms del punto de inicio, viendo que la noche se nos iba a echar encima, preguntamos a otros montañeros que encontramos donde estaba el refugio, y para nuestra sorpresa, el refugio NO estaba en la ruta y lo habíamos pasado hacia ya bastante, era tarde para ir a buscarlo. 

El montañero nos indicó que el único lugar donde podíamos pasar la noche era en la Cueva Secreta, que se encontraba como a unos 20 minutos de donde estábamos en ruta. Llegados al lugar donde nos indicaron que estaba la Cueva Secreta no la encontramos (quizás por eso la llaman secreta???), y solo vimos una formación natural de roca con forma de cueva que olía mal y llena de mierda. Después de un "gabinete de crisis", decidimos pasar la noche al raso (el tiempo del sábado fue excelente y la meteo no daba lluvia ni esa noche ni el domingo) en un vivac próximo. Como el tiempo no ameraba lluvia, la idea nos resultó hasta atractiva. 

Vista del lugar en el que decidimos vivaquear.
Félix y yo preparandonos la cena. 
Después de una cena copiosa, unos vinos (con lo que pesa la botella, estaba decidido a terminarla, solo para no cargar con ella de vuelta) y charlas sobre las aventuras en Nepal de Juan Antonio, nos fuimos a dormir con buen humor. Aunque había nubes en el cielo, a veces se podía contemplar el cielo lleno de estrellas, algo que añoro, y mucho, en Madrid. Lo ultimo que vi antes de dormir fue este maravilloso cielo estrellado. 

De pronto, cuando todos estábamos dormidos, nos sorprendió una repentina lluvia, que iba a más por momentos. De un brinco nos pusimos en marcha y nos dirigimos a la "cueva" que previamente habíamos descartado por sucia y maloliente (nada como estar en un aprieto para valorar lo que realmente es importante). Nos acomodamos como pudimos en aquella cueva y la lluvia cesó. Ya no nos movimos y volvimos a dormirnos (el pobre Felix no pudo, no dio con una postura cómoda), pero de pronto nos sorpendio una nueva lluvia, esta vez bastante fuerte, que se filtraba por nuestra cueva y nos ponía en un serio aprieto.... No conforme con esto, la meteo decidió mandarnos una nevada y después una ventisca que se colaba en la cueva y que hicieron que no durmiéramos mas en toda la noche. Medio empapados todos, muertos de frio y con el animo un poco bajo, decidimos que lo mejor era regresar al coche tan pronto como hubiera luz. No cabía otra posibilidad, la nevada hacia necesario el uso de crampones y piolet y no disponíamos de este material. La seguridad por delante. 


El amanecer nos regaló una preciosa vista de los picos, todos nevados, mientras que nosotros nos marchábamos en dirección contraria. Con mucha rabia, y bajo una copiosa nevada, deshicimos la vereda hasta llegar al coche. En la mente de todos, regresar cuanto antes para coronar. 

Felix mostrando su pesar con las montañas nevadas al fondo. 

Caras de resignación. Volveremos!
A pesar de tener que regresar sin cumplir el objetivo, se pueden sacar conclusiones: la organización lo es todo, y en esta ocasión no estuvimos a la altura, quizás el corazón y las ganas de hacerlo pudieron más que la cabeza. También queda claro que la ruta de la vereda de la estrella es una ruta preciosa, pero también muy dura, que aconseja partirla en dos jornadas. Pero la conclusión mas importante es que, incluso no logrando el objetivo, disfrutamos de un fin de semana inolvidable (esa noche al raso, cual bandoleros echados al monte, contribuye bastante). VOLVEREMOS!!!. 

Carpe Diem. 

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