domingo, 7 de julio de 2013

MAYAS, TOLTECAS Y CAMEROS.

Estos días cuento con la compañía de mi hermano Curro @fraperso, que ha venido a visitarme. Aprovechando esto, y dado que llevaba desde que llegué a México sin un solo día de descanso, hemos ido a conocer un poco la zona visitando Tulum,  Xel Ha y Chichén Itzá.

Hasta la fecha no había pisado mucho la playa, salvo una vez con motivo de mi primera clase de vela, así que estaba con muchas ganas de ver realmente como eran esas playas y esas ruinas que tanta gente, y desde tantas partes del mundo viene a visitar. 

TULUM

El enclave de Tulum es espectacular. Las playas del caribe mexicano tienen un color y unas condiciones espectaculares, pero Tulum, es sin duda uno de los enclaves más increibles. La arena, su color y su textura, y sobre todo, el rabioso turquesa del agua crean un entorno paradisiaco. Llegamos a Tulum el jueves por la tarde y directamente fuimos a conocer su playa, dejando la visita a las ruinas para la mañana siguiente. La cena en el restaurante El Capitan mereció, por si sola, el viaje a Tulum. Increible corvina fresca a la plancha por 100 MXN (6 euritos). 

Risas. 
Las ruinas impactan, sobre todo por su localización. Están justo frente al mar, sobre acantilados desde los que se ve su color turquesa. Nos creais que vais a estar solos. Nosotros madrugamos bastante y ya había mucha gente, aunque hay que decir que a la hora a la que nos marchamos había mucha más. Sin entrar en detalles, deciros que Tulum era una cuidad amurallada, con un templo dedicado al dios descendente y un edificio que hacía las veces de faro para ayudar a los navegantes a cruzar la barrera de coral, la segunda más grande del mundo. 


Esta playa estaba cerrada por reproducción de tortugas. 
Estos mayas si que sabían donde ubicar ciudades. 
XEL HA

Xel ha es basicamente un sitio donde te dan un equipo de snorkel y vas descendiendo un pequeño rio hasta llegar al mar, y conforme avanzas, ves infinidad de peces y te ries un montón haciendo chorradas tales como lanzarte desde 5 metros de altura al agua, cruzar un puente de cuerdas, etc. Lo pasamos genial y merece la pena pagar la entrada, que no es barata. Vimos un montón de peces, nos reimos a más no poder y pasamos algo de miedo cuando vimos con nuestros propios ojos mantas americanas y una gran barracuda. Es lo que tiene ser un cateto de pueblo, que todo te impresiona. No tengo fotos porque todo ocurre en el agua. 

Lo dejo aquí para no aburriros. Estoy preparando el material de la visita a Chichén Itzá. Curro y yo, cada uno con su cámara, hemos hecho un montón de fotos y hay que seleccionar. Lo dejo para el próximo post. 

Carpe Diem. 


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